28 de diciembre de 1936
Francisco Blanco Prieto, Unamuno y la Guerra Civil,
Cuad. Cát. M. de Unamuno, 47, 1-2009, p. 50
Cómo y porqué me adherí al movimiento. Salvar la civilización occidental cristiana. Ya antes había yo atacado al Frente Popular. Pero pronto me di cuenta de que los métodos no eran ni civilizados sino militarizados ―ay, la terrible específica dementalidad castrense española― no occidentales sino africanos ―África, espiritualmente, no es occidente― ni menos cristianos, sino del bárbaro y grosero paganismo católico tradicionalista español. Ni el movimiento iba contra el marxismo; era el desquite de la dictadura primo-riverana la de los de «nuestra profesión y casta» y con inspiración carlista. Por qué Mola hizo bombardear Bilbao. La caza del masón; la Liga de los Derechos del Hombre; la Institución Libre. El odio a la inteligencia, la envidia, el resentimiento, el complejo de inferioridad. ¿Que yo podía haber evitado persecuciones? Sí, renunciando a exigir responsabilidades por los hechos; ¿borrón y cuenta nueva? No, no y no.
Ya no podremos vivir en España los inteligentes y limpios de corazón. Y yo con más de 72 años, teniendo a mi cargo a los niños ¿dónde? Otra España, la España ―una Anti-España― que se prepara y el triste ocaso de la España eterna fuera de España, en la emigración. ¿Y el emigrado en su patria? ¿el despatriado en ella? dejar a la España geográfica convertida en un hospital de enfermos mentales.
Esta guerra civil, no es civil. Es un ejército de mercenarios ―pretorianos― la legión y los regulares; no el pueblo.
El efecto de abatimiento. El que me producía ver desfilar por la Plaza Mayor las pobres chicas, uniformadas de milicianas de falange, llevando el paso. Y alguna vez al frente un tamborilero. Y aquella estúpida de... con su boina verde.
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