Ahora (Madrid), 19 de abril de 1935
Interrogado por un periodista don Miguel de Unamuno ha hecho, entre otras, las siguientes manifestaciones:
Ciudadano de honor
―He agradecido mucho esta distinción. Y la he aceptado porque estimo que en muchos casos la verdadera humildad consiste en aceptar estas cosas. Lo demás es soberbia. Al llegar a Madrid, después de asistir en París a la inauguración del Colegio Español, lo primero que he hecho ha sido visitar, para darles las gracias, al Presidente de la República y al Jefe del Gobierno. Por cierto que me veo en la necesidad, refiriéndome a lo del Colegio Español en la capital de la República francesa, de hacer un cumplido elogio de la labor que allí desarrolla el embajador de España, señor Cárdenas. Es un hombre no ya correcto, sino afectuoso, y que lleva las cosas muy bien, muy bien.
“La política que yo hago”
—¿Que si hago política activa? Según a lo que se llame política activa. Porque hay quien cree que eso es estar en un partido. Para mí es lo otro. Recuerdo que una vez, dirigiéndose a mí, me dijo Melquíades Álvarez: “Eso que usted hace, don Miguel, lo puede hacer un escritor, un filósofo, un pensador; pero no un hombre que aspire a gobernar.” Yо le contesté: “Es que yo no aspiro a gobernar: yo gobierno”.
Por qué fue al mitin “fajista” de Salamanca
—Sí. Ya me han dicho que se ha hablado bastante de mi asistencia al mitin organizado por Falange Española en Salamanca. Fui a ese mitin como voy a todos los que quiero. No asisto a aquellos actos a los que me invita la Empresa, sino a los que yo quiero ir. Cuando comenzó el mitin empezaron a tirarme de la lengua; pero yo, naturalmente, ni interrumpí ni hice caso alguno. A mí no me tira nadie de la lengua; tengo por costumbre contestar a lo que no se me pregunta y dejar sin respuesta a aquello que se me interroga. Pero ni yo les dije que los “fajistas” iban a conquistar a España ni cosa por el estilo. Primo de Rivera está bien. Es un muchacho que se ha metido en un papel que no le corresponde. Es demasiado fino, demasiado señorito y en el fondo tímido para que pueda ser un jefe ni mucho menos un dictador. A esto hay que añadir que una de las cosas más necesarias para ser jefe de un partido “fajista” es la de ser epiléptico.
No soy un piruetista
—Lo único que me dolió de todo esto fue un artículo de Roberto Castrovido, uno de los hombres más buenos que tiene España. Claro que ya estoy harto de eso de las piruetas y las contradicciones. Es igual que lo de las paradojas. Me lo cuelgan a mí porque quieren. Yo podría demostrar que desde hace cincuenta años sostengo los mismos puntos de vista. Lo que pasa es que aquí, en España, lo único que no se aguanta es mi posición radicalmente pesimista. “¿Qué opina usted del trigo, don Miguel?” “¡Ah, yo no puedo hablar de eso; yo, sabe usted, soy pesimista en todo!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario