El Sol (Madrid), 15 de abril de 1932
SALAMANCA 14 (12 n.).—Mañana publicará “El Adelanto” las siguientes cuartillas de D. Miguel de Unamuno:
Hoy hace un año, acabábamos de llevar al concejo del Municipio de Salamanca una mayoría republicanosocialista, y la habíamos llevado en medio del estupor de los más de los ciudadanos, del estupor de los mismos que lograron el triunfo. Con ello se volvió a una tradición de este Concejo, en el que, cuando yo llegué acá, hace cuarenta y dos años, todavía dominaban los republicanos, más aun que por el número, por el esfuerzo. De lo que desde entonces a hoy, en este año, ha pasado, y de lo que ha quedado, no es hora de hacer el balance. Los árboles nos impiden ver el bosque. Es menester cierta lejanía para contemplar la Historia. Pero para sentirla, no hace falta lejanía. Se la siente mejor en el seno vivo y palpitante de ella misma. Y, por lo que hace a la Historia que estamos viviendo, a la de este primer año de República, que fina hoy, hay que decir que emoción republicana, lo que se llama así, no es concepción republicana. La concepción pide distancia. La emoción exige tope.
He oído muchas veces narrar aquí, en esta ciudad, cuna de mis hijos y de mis obras de espíritu, los fastos de aquella revolución de 1868, tal como aquí se hizo, y los de la República de 1873, en Salamanca; aquel pintoresco, ingenuo, candoroso y limpidísimo cantón salmantino, y los méritos de sus hombres, algunos de los cuales tan gran parte tomaron en los destinos públicos de toda España. Y espero que cuando hayan pasado otros sesenta años, los salmantinos que nos sucedan, al recorrer la crónica local de este año que acaba, sientan por nuestra historia la misma ternura que sentimos al recorrer la crónica de aquellos honrados, sencillos, candorosos, nobles ciudadanos de la Salamanca de entonces, que es la de siempre. Y ésta será nuestro gloria.
Miguel de Unamuno.
Salamanca, 11 de abril del 32.
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